
LISBOA, Portugal — Los papeles se han invertido: algunos portugueses consideran que los colonizadores han sido colonizados.
En la costa portuguesa de Cascais, donde la corte real de ese país europeo solía pasar el verano, se erige frente al mar un nuevo edificio de condominios de 14 pisos, en el que la clase gobernante de Angola ha comprado tantos departamentos que al desarrollo inmobiliario lo han apodado el “edificio de los angoleños”.
A lo largo del más lujoso bulevar comercial en la capital portuguesa, Lisboa, la élite angoleña compra tantos trajes y bolsas de diseñador como puedan cargar. En una esquina, antes de una tienda Louis Vuitton, está la oficina local de la mujer más rica de África, Isabel dos Santos, una multimillonaria angoleña que se ha convertido en una de las figuras más poderosas de Portugal tras comprar grandes porciones de los sectores bancario y energético, así como medios de comunicación en el país.
La clase gobernante angoleña ha ganado tanto dinero durante su mandato, y ha canalizado tal cantidad de ese dinero a Portugal, que cuando Angola amenazó recientemente con cortar los lazos debido a reportes de que funcionarios angoleños estaban siendo investigados por corrupción en Portugal, el ministro de Relaciones Exteriores portugués se apresuró a disculparse, lo que desató un debate intercontinental acerca de las dinámicas de poder cambiantes entre las naciones.
“Creíamos que Angola era un país pobre que necesitaba nuestra ayuda, y, de repente, eran capaces de ayudarnos y adquirir cosas que nosotros no”, dijo Celso Filipe, periodista portugués, autor del libro O Poder Angolano em Portugal. “Fue como si el ama de llaves comprara tu casa. Algo incómodo”.

Angola con frecuencia aparece en las listas de las naciones más corruptas del mundo. Por su lado, Portugal ha sido señalado como laxo para frenar el lavado de dinero y los sobornos, especialmente al hacer negocios con angoleños, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), organismo de investigación y desarrollo de políticas públicas compuesto por los países más ricos del mundo.
“En Angola, se refieren a Portugal como la lavandería”, aseguró Ana Gomes, legisladora portuguesa en el Parlamento Europeo e integrante del Partido Socialista, actualmente en el poder en Portugal. “Porque lo es”.
Sin embargo, la relación entre las dos naciones ha entrado a un periodo tenso e inestable.
Los precios del petróleo están bajando y la economía de Portugal está reviviendo, lo que ha llevado a un nuevo cambio en el equilibrio de poderes entre estas dos naciones. Dos Santos tendrá que irse pronto, pues los angoleños acaban de elegir a un nuevo presidente, y a su salida dejará un futuro incierto para aquellos que se han beneficiado durante sus cuatro décadas en el poder, tanto en Angola como en Portugal.

Los angoleños tienen miles de millones invertidos en Portugal, incluso en algunas de las empresas públicas más importantes: han comprado empresas vinícolas, periódicos, equipos deportivos y otros trofeos de millonarios en aquel país. Debido a que representa una puerta de entrada al resto de Europa y demás partes del mundo, Portugal les ha servido para catapultarse en pocos años hacia la alta sociedad internacional.
JOÃO BATALHA, PRESIDENTE DEL CAPÍTULO PORTUGUÉS DE TRANSPARENCIA INTERNACIONAL
Isabel Dos Santos, cuya fortuna se calcula en 3500 millones de dólares, según Forbes, se codea con las celebridades en Hollywood y Europa. Durante los últimos dos años, su familia ha hecho apariciones en el Festival de Cine de Cannes, donde alguna vez incluso apantalló a Kim Kardashian por un diamante que traía.
En mayo, Danilo, el hermano menor y quien está en sus veintes, participó en una subasta en Cannes por una colección fotográfica, la cual ganó con una oferta de 500.000 euros, unos 590.000 dólares. El video de la subasta causó indignación después de ser divulgado en las redes sociales; apenas el año pasado en Angola, la mala atención médica propició un brote de fiebre amarilla que mató a más de 350 personas.
El dinero en pocas manos
Los tiempos de paz llegaron a Angola en 2002 después de 40 años de conflicto bélico, primero por su independencia y posteriormente por una guerra civil. La paz coincidió con el gran auge petrolero que, con el tiempo, llevó a la nación africana de apenas 25 millones de habitantes a convertirse en uno de los 20 principales productores de petróleo en el mundo.
Este auge benefició de manera desproporcionada a la élite gobernante, que llevó al extranjero enormes sumas de dinero. Entre 2002 y 2015, tanto empresas angoleñas como particulares derramaron 189.000 millones de dólares en el extranjero en inversiones opacas, de acuerdo con el Centro de Estudios e Investigación Científicas de la Universidad Católica de Angola, en Luanda.
En tanto, la mitad de la población económicamente activa angoleña vive con menos de 3,10 dólares al día.

Los políticos y los empresarios de ambos países afirman que Angola está dominada por los aliados del presidente, cuyos tentáculos alcanzan todos los rincones de la economía. Esto les permite amasar grandes fortunas mediante contratos hechos a partir de conexiones políticas y en circunstancias misteriosas. Son fortunas que la élite gobernante buscó salvaguardar fuera del país, a sabiendas de que el gobierno de Dos Santos terminaría en algún momento. Cuando buscaron dónde mover el dinero, varios empresarios y políticos de Portugal –nación en medio de una crisis financiera que la obligó a pedir un rescate y degradó su deuda nacional– no dudaron en darles cabida.
“Si Angola es la cara de la corrupción, Portugal es quien pone a su disposición los medios para serlo”, opinó João Batalha, presidente del capítulo portugués de Transparencia Internacional. En un informe, el grupo de trabajo sobre cohecho de la OCDE señaló que los casos que involucran a Angola representan un tercio de todas las acusaciones contra empresas portuguesas.
Los líderes comerciales portugueses, por su lado, opinan que las inversiones angoleñas atraen, de manera injusta, un escrutinio que no se tiene con el dinero que llega de otras partes, como de China.

Luis Míra Amaral, quien hasta el año pasado era presidente ejecutivo de Banco Bic Portugal –cuya principal accionista es Isabel dos Santos–, explicó que todos los angoleños deben “justificar el dinero” que mantienen en bancos portugueses y mostrar sus activos en Angola para ayudar a prevenir el lavado de dinero.
“Cuando veo que Isabel dos Santos invierte dinero en Portugal porque tiene cierto número de empresas importantes en Angola, es fácil justificar la fuente de ese dinero”, aseguró Amaral, también exministro portugués de Industria y Energía. “Ya después viene otra pregunta: ¿cómo pudo crear esta empresa?”, añadió Amaral, con una sonrisa.
“Esa es otra pregunta. Y no es mi problema indagarlo en mi función como director del banco”.
Joyas, telefonía y banca
En su cuenta de Twitter, Dos Santos se describe con una sola palabra: empresaria.
La hija mayor del presidente angoleño, de 44 años, ha venido adquiriendo acciones importantes o que le permiten el control en las industrias del diamante, la telefonía móvil, la banca y de otro tipo en Angola desde hace tiempo.
En un correo electrónico dirigido a The New York Times, Dos Santos afirmó que tuvo sus inicios en la década de 1990 con un “pequeño negocio de distribución de bebidas y logística”, así como con un restaurante, una empresa de producción de eventos y una de walkie-talkies. Ahora tiene importantes participaciones en los bancos de Portugal, el gigante energético portugués Galp, la empresa de telecomunicaciones portuguesa NOS y otras compañías.
No aclaró de dónde obtuvo el capital para invertir en esos negocios o en Unitel, el operador de telefonía móvil más grande de Angola y el cual controla actualmente.

Ante la pregunta de si era posible que la fortuna de Dos Santos hubiera sido generada por ella sola, Marcolino Moco, ex primer ministro angoleño, respondió: “Es posible… que nos haga reír. Toda su riqueza viene del hecho de que su padre es la ley”.
En 2015, Transparencia Internacional incluyó a Dos Santos en una lista de 15 casos que simbolizan “la gran corrupción”. Ella respondió diciendo que sus inversiones eran “transparentes”.
El año pasado, su padre la nombró directora ejecutiva de Sonangol, la empresa petrolera estatal que el presidente ha usado durante décadas para promover intereses políticos y empresariales. Un grupo de legisladores ha intentado sin éxito deponer a Dos Santos de ese cargo, con el argumento de que no tiene experiencia directiva en la industria petrolera y de que fue designada por su padre solo para limpiar la evidencia de malversación en Sonangol antes de que el presidente saliente deje el poder.
Los detractores de Dos Santos afirman que ha tratado de ganarse el respeto de Occidente al usar sus adquisiciones mal habidas en Angola y lavándolas en Portugal, una acusación que ella niega.
“En mi opinión, la respetabilidad no se gana mezclándose con la ‘gente adecuada’”, aseguró en el correo electrónico. “Creo que la respetabilidad es algo que te ganas y logras con una vida de trabajo, con acciones que son dignas de estima, con una conducta positiva y coherente, con actitudes que muestren compromiso social y cuidando tu reputación con amigos y colegas”.
En la mira
La respetabilidad sí ha sido algo que los angoleños han podido adquirir en Portugal, pero algunos de ellos han descubierto que también es posible perderla.
Álvaro Sobrinho, ex director ejecutivo del Banco Espírito Santo Angola –subsidiaria del portugués Banco Espírito Santo–, vive en Portugal con doble ciudadanía. Ahí se convirtió en el accionista mayoritario del Sporting de Lisboa, uno de los equipos de fútbol más importantes del país, y compró dos periódicos.
Las autoridades portuguesas eventualmente abrieron una investigación en relación con su función en la filial bancaria, que dirigió durante diez años hasta 2012. El banco está acusado de la malversación de 5700 millones mediante el otorgamiento de préstamos, que nunca se pagaron, a la élite política y al mismo Sobrinho, quien ha negado todas las acusaciones.

A pesar de la larga investigación, no se han presentado cargos en su contra, pero Sobrinho se quejó de que aun así ahora es considerado un “ladrón” en Portugal. Vendió sus periódicos, aunque sus activos todavía incluyen seis apartamentos que posee con su familia en Estoril Sol Residence en Cascais, el “edificio de los angoleños”. Brasileños, rusos y portugueses, incluidos algunos que han hecho dinero haciendo negocios en Angola, también poseen algunos de estos departamentos, pero Sobrinho acusó que estos nunca han sido investigados por lavado de dinero.
“Solo los angoleños”, dijo, con amargura.
Sin embargo, el resentimiento no obstaculiza el que disfrute de sus departamentos (“muy hermoso, puedes ver el mar”) o de la ciudad de Cascais (“un lugar impresionante”).
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